Se trata de un cambio histórico en el modelo de funcionamiento de la App Store, que se estrenó en el año 2008 y que desde entonces ha servido a la compañía para controlar de manera estricta —o al menos mucho más estricta que en el ecosistema Android— las aplicaciones y servicios que se pueden instalar en los iPhone y en los iPad.
El movimiento se produce en respuesta al Reglamento de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés) de la Unión Europea, que obliga a las empresas con más de 45 millones de usuarios activos mensuales y una capitalización bursátil de 75.000 millones de euros a —entre otras cosas— que sus aplicaciones sean compatibles con las de sus rivales y a dejar que los usuarios decidan qué apps preinstalar en sus dispositivos.
La compañía se ha resistido durante mucho tiempo a introducir cambios en este modelo, alegando razones de seguridad y privacidad y asegurando además que sus servicios para desarrolladores garantizan una experiencia de usuario fluida libre de spam.
Los cambios tendrán efecto el próximo 7 de marzo mediante una actualización del sistema operativo (iOS 17.4), lo que significa que los usuarios europeos que tengan un iPhone o un iPad podrán utilizar otras tiendas de aplicaciones alternativas para descargar juegos u otro tipo de aplicaciones. Además, quienes compren un iPhone en el futuro verán un nuevo menú para descargar navegadores alternativos a Safari —el navegador de Apple que ahora se instala como predeterminado—, como Chrome (de Google) o Firefox.
De esta manera, Apple se ve obligada por primera vez en 15 años a introducir cambios radicales en uno de sus sistemas estrella —y más rentables— que construyen su ecosistema de ‘jardín amurallado’, algo que otras compañías consideran una gran victoria.
Sin embargo, existe letra pequeña: los desarrolladores que se acojan a esta opción tendrán que pagar una tarifa plana de 50 céntimos por cada instalación a las apps que superen el millón de descargas anuales, lo que anula los modelos de negocio free to play y limita el tipo de aplicaciones que podrán eludir la App Store.
Tim Sweeney, consejero delegado de Epic Games, creadora de Fortnite, que interpuso una demanda antimonopolio contra Apple en Estados Unidos, ha criticado los cambios planeados por Apple y ha dicho que no cree que los movimientos sean legales según la DMA.
Posible golpe a un negocio millonario
“Los cambios que anunciamos hoy cumplen los requisitos de la Ley de Mercados Digitales en la Unión Europea, al tiempo que ayudan a proteger a los usuarios de la UE de las inevitables mayores amenazas a la privacidad y la seguridad que conlleva esta normativa”, ha declarado en un comunicado Phil Schiller, responsable de la App Store.
“Las nuevas opciones para procesar pagos y descargar apps en iOS abren nuevas vías para el malware, el fraude y las estafas, los contenidos ilícitos y dañinos, y otras amenazas a la privacidad y la seguridad”, subraya la compañía en un comunicado.
El cambio, en todo caso, lo que supondrá es un agujero en las cuentas de la compañía. Europa representa alrededor del 6% de las ventas totales de la App Store de Apple, que se estiman en 24.000 millones de dólares anuales en todo el mundo.
La política de la App Store de quedarse hasta con el 30% de los ingresos de los desarrolladores por los pagos dentro de las apps —algo que la ha enfrentado directamente contra Spotify o Fortnite— ha convertido esta parte de su negocio en una gallina de los huevos de oro: solo en el año 2022 la App Store movió cerca de 1.100 millones de dólares por las compras dentro de esas aplicaciones.
A partir de ahora los desarrolladores podrán distribuir sus apps a través de otras tiendas sin tener que pagar ningún tipo de comisión a Apple. En todo caso, los desarrolladores europeos tendrán la posibilidad de seguir utilizando la App Store con las comisiones existentes o ajustarse a una nueva estructura por la que pagarán una comisión reducida de hasta el 17% por la venta de bienes digitales y servicios en sus apps. A esa cifra se podrá sumar una comisión extra del 3% en caso de utilizar el servicio de pago de Apple.
¿Significa eso que las apps para el iPhone ya no pasarán por el proceso de revisión de Apple? No exactamente. La compañía ha creado un nuevo sistema para mantener cierto control sobre las apps que se puedan usar con el iPhone. Cada app tendrá que incluir una clave de instalación que compartirá con Apple información sobre cuándo se instaló y permitirá a la empresa realizar análisis automáticos en busca de malware.