A medida que se acercan los días de diciembre, podemos ver cómo se van adornando las calles y cómo comienza a haber un ambiente festivo en ellas. Nos llegan felicitaciones de amigos y seres queridos, comenzamos a planear los detalles que tendremos con ellos y buscaremos formas de expresar nuestro cariño. Esta es una época de reencuentros, de dar y recibir: las emociones en Navidad son concretas.
Pese a que hay quienes consideran que esta es una época feliz, familiar y divertida, hay personas que la viven de forma distinta, con nostalgia, tristeza, frustración, estrés e incluso dolor. Más allá de cómo las vivamos y percibamos, puede que estas fechas sean el momento del año donde más emociones experimentamos, y estas están directamente relacionadas con las experiencias que hemos vivido.
Emociones en Navidad: ¿qué sentimos en esta época?
La Navidad no tiene que ser una época de felicidad para todo el mundo. Cada quien va a tener emociones y sensaciones distintas, según los acontecimientos más recientes que hayan ocurrido en su vida y también, cómo fue su experiencia durante la infancia.
En la infancia, la Navidad es un tiempo que se asocia al período vacacional, los regalos y la parte más mágica de estos. También a las actividades lúdicas, navideñas, las reuniones familiares, etc. Así, cuando se es niño, es más fácil que exista una mayor prevalencia de emociones en Navidad que sean positivas.
No obstante, es cierto que todo esto dependerá de cómo los adultos más cercanos al niño perciban y afronten esta época del año. La ansiedad es una de las emociones que más experimentamos por estas fechas cuando somos adultos, y aparece por varios motivos, por ejemplo:
- El cierre de los temas laborales del año.
- La asistencia a las reuniones, comidas y cenas de empresa y otros compromisos.
- Las compras de regalos y víveres para las celebraciones y reuniones en casa.
Por este tipo de cuestiones, es posible que vivamos estas fechas como unos días “de locura”, nos sintamos desbordados por el estrés y terminemos odiando todo. Además, si hemos perdido a alguien recientemente o hemos vivido una ruptura, no nos será fácil albergar el espíritu que se espera de nosotros.