Tixtla, Gro. El investigador Gildardo Espinosa Sánchez propuso que se otorgue el título Honoris Causa, a los padres de familia de los 43 estudiantes desaparecidos “por su incansable lucha en busca de sus hijos”, durante la presentación del libro La pintura en la pared, una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales, de Luis Hernández Navarro, escritor y periodista, coordinador de la sección de Opinión de La Jornada, que se llevó a cabo en la Normal de Ayotzinapa
En su intervención, al final del evento -el investigador egresado de la Universidad Autónoma de Chapingo -, propuso que a este esfuerzo también se sumen la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y el Fondo de Cultura Económica, para reconocer “la perseverancia y su incansable lucha por encontrar a sus hijos, y su valiente búsqueda de la verdad”.
La propuesta fue retomada por el secretario general de la Sección IX democrática de la CNTE, Pedro Hernández Morales, quien manifestó que lo propondrá en la próxima asamblea de la CNTE, y planteó que además sea una propuesta también de las escuelas normales rurales que se aglutinan en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) “creo que aquí (en la Normal de Ayotzinapa), sería el lugar idóneo para que se llevara a cabo (la ceremonia de entrega de tal distinción)”.
En la presentación del libro, realizada en el comedor de la Normal de Ayotzinapa, en donde se colocaron pinturas de los 43 estudiantes desaparecidos, participó el director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, que de inicio le dijo a los jóvenes estudiantes, la mayoría de nuevo ingreso, que “esta escuela es para formar a maestros con temple, para increpar al poder, exigir justicia, pelear por sus derechos, reivindicar a sus compañeros, estar junto a los padres y madres(de los 43), encarar al ejército, y exigir que haya verdad, esa es la educación de este normalismo”.
Enseguida Vicente Estrada, compañero del profesor Lucio Cabañas Barrientos en este plantel, manifestó: “Ayotzinapa se convirtió en el ombligo del mundo, tienen una responsabilidad que deben de procurar, porque, ante todo, otros dieron los pasos que tuvieron que dar para que el normalismo siguiera existiendo. Un cambio en el país, como el que dicen está logrando la 4T no se logra así, hay que trabajar mucho con jóvenes como ustedes, no descuidarlos, darles la atención que necesitan, y estar a su lado siempre. Hay mucho que hablar sobre la vida de Lucio (Cabañas), muchas de las cosas que él hizo, que nos dejan un ejemplo, de cómo el normalismo se ha desarrollado; él era un hombre muy libre, de conducta intachable, e incansable. Ustedes qué llegaron no le aflojen”.
A su vez, Pedro Hernández, de la CNTE, comentó parte del contenido del libro : “la tarea de los maestros, esos soldados oscuros de la civilización, es dar al pueblo los medios intelectuales para revelarse, y eso lo escribió Louise Michel, maestra combatiente de la Comuna de París; de eso habla este libro, de los maestros rurales que van a sus comunidades, que suben, que caminan, como estuvieron en la protesta de los 43 el pasado 26(de septiembre), o este lunes que estarán en la marcha del 2 de octubre, que cumple 55 años cuando el Estado masacró a estudiantes y al pueblo”.
En su turno, Cristina Bautista, mamá de los jóvenes desaparecidos, agradeció al autor del libro, Luis Hernández, porque es muy importante para las normales rurales, “y sobre todo para la Normal de Ayptzinapa, porque el gobierno los ha criminalizado; son los estudiantes que llegan con un sueño de ser alguien en la vida, y que cuando terminan van a los pueblos más marginados, para enseñar al pueblo, y a los niños, y para que el pueblo pueda defender sus derechos, porque como madres y padres hemos aprendido de la Normal de Ayotzinapa, porque cuando llegamos no estábamos organizados, y ellos(los estudiantes), nos en señaron a manifestarnos, a hablar”.
Roberto Rico, del Fondo de Cultura Económica, mencionó que “este es un libro de cabecera que todo normalista debe leer y traer, y que cuando sean adultos lo lleven a clase, para que los niños conozcan que es el normalismo mexicano; que abre senderos en la historia de los pueblos, de sus raíces, sus próceres, y las luchas sociales, y un vistazo al normalismo rural, que profundiza en la búsqueda de los sujetos sociales, de aquellos que fundaron las normales rurales, de aquéllos activistas que aún hoy nos siguen enseñando, como Vicente Estrada, aquí presente”.
Finalmente intervino Luis Hernández, con un mensaje a los padres de los 43 estudiantes: “ no exagero, ustedes son los modernos héroes cívicos de este país; nos han dado una lección de dignidad, de compromiso, de integridad, han resistido los sobornos, no se han echado para atrás; no se han cansado a pesar de los 9 años que han pasado, de los cansancios, las enfermedades, y las penurias que han tenido; durmiendo a la intemperie en el Campo Militar número uno, abrazados a los sueños de sus hijos, son un ejemplo extraordinario para nosotros, y para este país”.
Recordó a los asistentes que el profesor Raúl Isidro Burgos, quien a partir de 1930 llegó como director de la Normal de Ayotzinapa “fue un viejo zapatista, de los de a deveras, de pantalón y camisa de manta blanca y huarache, comía con los campesinos, y que cuando la escuela se estaba construyendo él sacaba de su salario para pagarle a los albañiles; con sus alumnos enfrentaron a los caciques, y a un sector muy conservador del clero de Tixtla. Esta escuela tiene una historia muy ejemplar”.
Las normales rurales “son una especie de espada que se puede caer en cualquier momento sobre la cabeza, porque son una piedra en el zapato para los funcionarios. Estas escuelas, no son, como nos quieren decir, y nos quieren convencer, un peso del pasado; no son una carga que haya que llevar sobre las espaldas la Secretaría de Educación Pública, y que mejor se hicieran a un lado. No. En estas escuelas se están sembrando las semillas del futuro, y esas semillas: son ustedes jóvenes”.
Al final de la presentación, a la hora de las preguntas, un estudiante de primer año, proveniente del estado de Veracruz, le preguntó al autor qué lo motivo a escribir este libro, Hernández Navarro respondió que: “fue una rabia, coraje, indignación, al ver como el Estado intentaba presentar a los normalistas de Ayotzinapa, como delincuentes y vincularlos con el narcotráfico”.