Joanne Cameron, una mujer de 75 años que vive en Escocia, presenta una mutación genética que hace que produzca más sustancias relacionadas con el bienestar en su cerebro, lo que la hace inmune al dolor.
Un cambio en la expresión del gen FAAH, productor de una enzima que procesa los endocannabinoides y hace que se absorban en el organismo, la mantiene en un estado óptimo de forma excepcional. Recientemente, en un trabajo liderado por Andrei Okorokov y James Cox, de University College de Londres (UCL), y publicado en la revista Brain, los investigadores observaron que en la mujer los niveles de anandamida, son más elevados de lo normal y esto causa que sus niveles de ansiedad, estrés o dolor sean mucho menores.
En diálogo con Infobae, el doctor Alejandro Andersson, neurólogo y director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), había advertido la importancia de la anandamida, ya que es “un neurotransmisor que pertenece a la familia de los endocannabinoides y está relacionada con la regulación del estado de ánimo, la memoria, el apetito y la sensación de bienestar. Se cree, además, que desempeña un papel en la promoción de sentimientos de felicidad, relajación y euforia”.
Después de seis años de investigación, los científicos revelaron que las mutaciones en el gen FAAH-OUT, que era previamente desconocido, hicieron que Cameron no sintiera dolor, estrés o miedo.
Cómo se descubrió su caso
La señora se presentó hace unos años en el hospital Raigmore de Inverness, en Escocia, para operarse de un hueso en la base del dedo pulgar a causa de una osteoartritis. “No hace falta que me pongas anestesia, porque no siento dolor”, le dijo la mujer al anestesista, Devjit Srivastava.
El médico, incrédulo, siguió con el protocolo habitual y durmió a la paciente, pero luego se dio cuenta de que era verdad. Una operación de cadera al poco tiempo corroboró lo que la mujer decía.
El anestesista dio a conocer a otros colegas el caso y en 2013 llegó a los expertos en genética del dolor de UCL. Desde entonces, los investigadores han tratado de comprender qué hace a Cameron especial para ayudar a los millones de personas que viven con dolor crónico y ansiedad y solo cuentan con soluciones insuficientes o fármacos que pueden ser adictivos para paliarlos.
La nueva investigación
En el trabajo liderado por Andrei Okorokov y James Cox, de UCL se explicó que “el cannabinoide endógeno afecta a una amplia gama de funciones fisiológicas clave, incluidas las respuestas de ansiedad y estrés, la modulación del dolor, el aprendizaje y la memoria, la cicatrización de heridas y el desarrollo”.
Según el estudio, “estos hallazgos tendrán importantes implicaciones para áreas de investigación como la cicatrización de las heridas o la depresión”. Los investigadores observaron que, además de reducir la actividad del gen responsable de retirar los endocannabionides de la sangre, hay otros 348 genes atenuados, pero también 797 intensificados. Entre ellos se encuentra el WNT16, relacionado con la regeneración de los huesos, o el BDNF, que influye en el estado de ánimo.
El objetivo final
Este trabajo es un paso para recuperar el potencial del sistema endocannabinoide para los tratamientos frente al dolor en un mundo donde alrededor del 20% de la población lo sufre de forma crónica y en el que alarma la adicción provocada por el mal uso de los medicamentos opioides.
Según el informe de Okorokov, “para agravar el problema, la prescripción excesiva de medicamentos a base de opioides para tratar el dolor ha contribuido a una epidemia de opioides que está causando una morbilidad y mortalidad significativas, particularmente en los EE. UU. (…) El dolor crónico mal tratado hace que la vida sea intolerable para un número extremo de personas y, por lo tanto, se necesitan con urgencia nuevos medicamentos para tratarlo”.
Según Javier Fernández, director del grupo de investigación en cannabinoides de la Universidad Complutense de Madrid, una forma de aprovechar estos efectos sinérgicos consistiría en combinar una dosis baja, que por sí sola no tendría efectos, de un opioide, con otra dosis reducida de un cannabinoide.
“Los datos proporcionan una explicación coherente para la insensibilidad al dolor, la falta de ansiedad, la cicatrización más rápida de heridas y otros síntomas sindrómicos observados en el paciente y forman una plataforma para el desarrollo de futuras terapias genéticas y de moléculas pequeñas”, concluyó el estudio, que se presenta como una nueva ruta para desarrollar tratamientos para el dolor.