Las esponjas para lavar trastes pueden contener más de 360 tipos diferentes de bacterias, según un estudio publicado en Scientific Reports (2017).
La investigación demostró que en tan solo un centímetro cúbico de esponja pueden encontrarse hasta 45 mil millones de bacterias, incluyendo algunas resistentes como Moraxella osloensis, relacionada con infecciones respiratorias.
Este número supera incluso al de bacterias que pueden encontrarse en un inodoro. La combinación de humedad, restos de comida y uso frecuente hace que las esponjas sean el caldo de cultivo ideal para microorganismos peligrosos.
Los expertos recomiendan cambiar la esponja al menos una vez por semana, desinfectarla con microondas (1 minuto, húmeda) o remojarla en vinagre o agua con cloro diluida.
Otros objetos con más bacterias
Además de la esponja de cocina, hay otros objetos del hogar que contienen altas concentraciones de bacterias:
- Cepillos de dientes: Si se almacenan cerca del inodoro, pueden estar expuestos a microbios fecales.
- Teléfonos celulares: Un estudio de la Universidad de Arizona reveló que un celular puede tener 10 veces más bacterias que un asiento de inodoro.
- Controles remotos: Poco limpiados, y muy manipulados por distintas personas.
- Tabla para cortar alimentos: Especialmente las de madera, retienen humedad y residuos de comida cruda.
- Perillas de puertas y grifos: Tocados con frecuencia, acumulan bacterias como E. coli y Staphylococcus aureus.
¿Cómo reducir los gérmenes en artículos del hogar?
- Lava o desinfecta esponjas cada 2 días y cámbialas semanalmente.
- Limpia tu celular con alcohol isopropílico y un paño de microfibra.
- Usa cepillos de dientes con tapas ventiladas y cámbialos cada 3 meses.
- Lava tablas de picar con agua caliente y jabón inmediatamente después de usarlas.
- Desinfecta manijas, perillas y controles al menos una vez por semana.
Riesgos a la salud por bacterias
El uso prolongado de esponjas contaminadas puede generar un ambiente propicio para bacterias patógenas que causan enfermedades gastrointestinales, como Salmonella, E. coli y Campylobacter.
Estos microorganismos pueden transferirse a los platos, utensilios y superficies de la cocina, provocando infecciones estomacales, vómitos, diarrea o incluso intoxicaciones alimentarias severas en personas vulnerables como niños, adultos mayores o personas inmunocomprometidas.
Asimismo, artículos como cepillos de dientes, celulares o tablas para picar también pueden ser vectores de enfermedades respiratorias o infecciones cutáneas si no se desinfectan correctamente.
Los gérmenes acumulados en estos objetos pueden ingresar al organismo a través de la boca, nariz o pequeñas heridas, elevando el riesgo de padecer gripes, faringitis, conjuntivitis e incluso infecciones bacterianas graves si no se mantiene una adecuada higiene en el hogar.