El 27 de febrero de 2020 llegó a México el COVID-19.
En diciembre de 2019 la Comisión de Salud Municipal de Wuhan, China, notificó 27 casos de una neumonía de origen desconocido.
Para enero de 2020 se identificó un nuevo coronavirus como el responsable de una enfermedad que se estaba propagando por todo el mundo.
En México, un ciudadano de origen italiano fue el primer paciente de COVID-19.
El hombre de 35 años se recuperó satisfactoriamente, pero en marzo de 2020 se informó la primera muerte. A la fecha suman más de 334 mil víctimas mortales en el país.
La vida en México y el mundo dio un vuelco con negocios cerrados, clases presenciales suspendidas y home office, que se convirtieron en la “nueva normalidad “.
Los únicos lugares llenos fueron clínicas y hospitales, mientras que el negocio farmacéutico se concentró en tratamientos para paliar la enfermedad.
Casi diez meses después llegaron a México las primeras vacunas contra el COVID-19, desarrolladas en tiempo récord.
Poco a poco las personas regresaron a su rutina diaria, devolviendo la vida a las calles.
Y tres años después la enfermedad dejó de ser una de las principales causas de muerte en el país. En mayo de 2023 el Gobierno federal decretó el fin de la emergencia sanitaria.
Pero a cinco años de la aparición del COVID-19 en México prevalece la advertencia de utilizar cubrebocas y mantener la sana distancia durante la época de invierno, a fin de prevenir un repunte de casos.