Muchas personas se ponen como propósito de Año Nuevo mejorar sus hábitos, ya sea alimenticios o de salud, por lo que ponerse en forma suele ser de los más recurrentes llevando así a que diversos gimnasios del país estén al tope de su capacidad; no obstante, lo que menos se espera es que las autoridades acudan a un centro de entrenamiento para llevar a cabo una investigación en torno a un fallecimiento, como sucedió este martes 14 de enero al oriente de la capital.
De acuerdo con las primeras investigaciones, un joven de 22 años de edad acudió a entrenar a un gimnasio ubicado sobre el Eje 3 esquina con la calle Domingo González, en la colonia San Antonio Culhuacán, en la alcaldía Iztapalapa cuando se desvaneció ante los presentes. Testigos narraron que el joven -cuya identidad no ha sido revelada de manera oficial-, llevaba a cabo su rutita de calentamiento cuando se desmayó.
El encargado del gimnasio acudió a auxiliar, al tiempo que se pidió el apoyo de paramédicos; sin embargo, no se pudo hacer nada por el cliente ya que este no contaba con signos vitales, presumiendo con ello que el deceso fuera a consecuencia de un infarto fulminante.
Con el fin de proporcionar apoyo, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) arribaron al lugar con el fin de llevar a cabo las primeras diligencias. A través de una tarjeta informativa, se destacó que el deceso ocurrió a consecuencia de una ‘etiología a determinar’”.
“El encargado del negocio refirió que un joven que realizaba ejercicios de calentamiento [cuando] se desvaneció sin razón aparente. Al punto arribaron paramédicos, quienes diagnosticaron al hombre de 22 años de edad sin signos vitales por etiología a determinar”, se lee en la misiva.
Familiares reconocen al occiso
Mientras se llevaban a cabo las investigaciones, trascendió que la madre del joven acudió al gimnasio a modo de identificar al hoy occiso, por lo que al confirmar que sí se trataba de un familiar, los uniformados la apoyaron con los trámites correspondientes para reclamar los restos.
Al momento, no se sabe qué fue lo que detonó el deceso del joven; sin embargo, de manera extraoficial se presume que el consumo de anabólicos pudo estar relacionado con esta afección de salud, misma que se esclarecerá cuando se lleve a cabo la necropsia de ley.
Bajo esa tónica, se mencionó que una mujer quedó en calidad de detenida, aunque al momento se desconoce tanto la relación con el finado como su posible responsabilidad. En adelante, será la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México la que esclarezca la situación.
El uso de anabólicos esteroides, sustancias derivadas de la testosterona, puede tener serias consecuencias para la salud. Estas pueden ser físicas, psicológicas y sociales, dependiendo de la duración, dosis y frecuencia de su consumo. Entre los principales efectos adversos destacan:
Consecuencias físicas:
- Sistema cardiovascular: Aumenta el riesgo de hipertensión, infarto de miocardio, ictus y daño arterial.
- Hígado: Puede provocar toxicidad, tumores hepáticos y enfermedad hepática.
- Sistema hormonal: En hombres, reducción de la producción natural de testosterona, atrofia testicular y ginecomastia (crecimiento de tejido mamario). En mujeres, masculinización, alteraciones menstruales y engrosamiento de la voz.
- Piel: Acné severo, estrías y alopecia.
- Crecimiento: En adolescentes, el uso puede interrumpir el crecimiento óseo.
Consecuencias psicológicas:
- Agresividad y cambios de humor: Incremento de hostilidad, irritabilidad y episodios de ira intensa (“roid rage”).
- Dependencia: Uso reiterado que lleva a dificultades para parar el consumo.
- Trastornos del ánimo: Estados depresivos tras abandonar el consumo, con posible riesgo de suicidio.
Consecuencias sociales:
- Complicaciones laborales y familiares: Cambios de comportamiento que afectan las relaciones interpersonales.
- Sanciones legales: En algunos países, la adquisición y posesión de anabólicos sin receta es ilegal.
El abuso de anabólicos también puede aumentar el riesgo de infecciones graves cuando se administran mediante inyecciones, como el VIH o hepatitis, especialmente si se comparten agujas. Por lo general, su uso no supervisado es desaconsejado por especialistas debido a estos peligros.