La sequía y los pocos apoyos gubernamentales pusieron en jaque a los productores que prevén dificultades a futuro
La autosuficiencia alimentaria, agrícola y pecuaria se redujo de manera constante en el periodo de 2018 a 2022 (último año con datos consolidados), lo que complica los planes del nuevo gobierno federal en busca de la soberanía alimentaria.
El “Estudio diagnóstico del derecho a la alimentación nutritiva y de calidad 2024”, publicado esta semana por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), revela que el coeficiente de autosuficiencia alimentaria (porcentaje del consumo nacional de alimentos que es cubierto por la producción del país) pasó de 75 por ciento en 2018 a 69.5 por ciento en 2022.
De los 100 compromisos planteados por la presidenta Claudia Sheinbaum desde el primer día de gobierno, el número 62 ofrece “soberanía alimentaria”.
En 100 pasos para la transformación, documento que surgió de la realización de foros nacionales de consulta para dar forma al proyecto de gobierno 2024-2030, el equipo de Sheinbaum define la soberanía alimentaria como el “eje rector de nuestra política para el campo”, lo que implica el fortalecimiento de todas las condiciones, capacidades y actores que permitan a la Nación garantizar el derecho humano y constitucional a la alimentación de las y los mexicanos sin excepción”.
No obstante, el camino será cuesta arriba. El coeficiente de autosuficiencia pecuaria (porcentaje del consumo nacional de carnes, huevo, leche y sus derivados, que es cubierto por la producción del país) pasó de 85.8 por ciento en 2018 a 80.6 por ciento en 2022, es decir, que cada vez es necesario importar más productos de origen animal para la alimentación de los mexicanos.
Una situación similar ocurre con el coeficiente de autosuficiencia agrícola, que bajó de 65.0 por ciento en 2019 a 60.7 por ciento en 2022, lo que aumenta la dependencia del país hacia las compras de frutas, verduras, cereales y hortalizas del extranjero.
Para medir la disponibilidad de alimentos, además de analizar los resultados de su producción y comercialización, es necesario que sus procesos sean sostenibles, considerando que la preservación de los recursos naturales es uno de los pilares de la soberanía alimentaria reconocido por la FAO.
Al respecto, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural notificó que el porcentaje de prácticas sustentables en la producción agropecuaria, en las que se utilizan herbicidas e insecticidas orgánicos, abonos naturales y control biológico de plagas, bajó de 46.2 por ciento en 2017 a 41.9 por ciento en 2022, lo que va en contra de la soberanía alimentaria.
Además de documentar la pérdida de soberanía alimentaria, el diagnóstico del Coneval pone en evidencia que México muestra una falta de equilibrio en los productos que brinda la oferta doméstica de alimentos estratégicos.
Señala un bajo crecimiento en la oferta de frutas y verduras frente a la elevada disponibilidad de productos como la carne. Además, se observa desbalance entre los bajos niveles de cobertura en la producción agrícola (sobre todo granos básicos) y la producción pecuaria (carnes, huevo, leche, entre otros) para el consumo nacional, entre 2018 y 2022.
Testimonio de ello dan productores nacionales de diferentes partes del país, quienes aseguran una reducción considerable en la siembra de granos como maíz, frijol, arroz, entre otros, por la sequía, la baja rentabilidad de los cultivos y la falta de apoyos gubernamentales.
Hace seis años, Carlos Domínguez, productor de arroz en Cuautla, Morelos, contaba con 25 hectáreas de cultivo, pero ante los crecientes costos y las ganancias mínimas, se ha visto obligado a reducir su siembra a sólo 10 hectáreas.
“Cada año bajan los precios o nos dan aumentos insignificantes, mientras que nuestros gastos siguen subiendo. Hoy nos sostenemos apostando por un mejor precio, pero con los apoyos que tenemos es imposible continuar”, señala Domínguez, uno de los últimos productores de arroz en la región oriente del estado.
La situación es similar con el frijol zacatecano; la cosecha del ciclo agrícola del año pasado, fue de 146 mil 973 toneladas, lo que representa una caída de más del 60 por ciento respecto a las 400 mil que en promedio se alcanzan en años de lluvias regulares, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). Este año, se espera obtener sólo 200 mil toneladas, estimó Fernando Galván Martínez, líder de los productores de frijol del norte del estado.
“Esperamos una cosecha mucho mejor que la del ciclo 2023, año en que se vivió una sequía atípica que afectó a todo el estado, principalmente a los productores de temporal”, comentó en entrevista.
La caída de rendimiento provocó que Zacatecas perdiera el primer lugar en producción nacional ante Sinaloa, donde se produjeron 172 mil toneladas, estado que resintió menos los efectos de la sequía porque el 98 por ciento de su producción depende de superficies tecnificadas de riego.
En cambio, del millón 338 mil hectáreas de uso agrícola de Zacatecas, 87 por ciento depende del temporal, según informó Juan Manuel Martínez, subsecretario de Agricultura de la Secretaría del Campo (Secampo).
La producción de leche en la zona de La Laguna también está en riesgo de caer, debido a la reducción de 30 mil hectáreas de superficie para la siembra de forrajes, clave en la alimentación de unas 450 mil cabezas de ganado lechero en esta zona de Coahuila y Durango.
Esta región del país produce a diario entre 10 y 11 millones de litros de leche, sin embargo, los ganaderos estiman que pudiera darse una caída cuando la Comisión Nacional del Agua (Conagua) determine cuánta agua destinará a los productores para el ciclo agrícola 2025, pues ante la poca captación en las presas se estima que solo se les darán 500 millones de metros cúbicos, poco más de la mitad de los 950 millones de metros cúbicos que se les dieron en este 2024, dijo Teodoro Arguijo Hernández, productor y exsubsecretario de desarrollo rural en La Laguna de Coahuila.
En el caso del huevo, alimento básico en la dieta de los mexicanos, también se registraron caídas en la producción, principalmente en Puebla, segundo estado productor nacional.
De 2018 a 2023 la producción cayó 3.09 por ciento, al pasar de 490 mil 535 toneladas de huevo de plato en el primer año del anterior sexenio, a tan sólo 475 mil 816 toneladas el ciclo anterior.