Sinaloa enfrenta por segundo año consecutivo una crisis hídrica que amenaza la agricultura, su principal actividad económica. Con niveles alarmantemente bajos de agua en las presas, que apenas alcanzan el 31.8% de su capacidad, los agricultores se preparan para un ciclo agrícola complicado en el que deben restringir el uso de agua, afectando significativamente la siembra.
El Consejo Estatal de Desarrollo Rural Sustentable ha propuesto establecer 490 mil hectáreas de granos y leguminosas para el ciclo agrícola 2024-2025, lo que representa una reducción del 30% respecto a las temporadas anteriores, donde se sembraron alrededor de 700 mil hectáreas en condiciones normales. De estas, el maíz, fundamental para la economía del estado y conocido como el “Granero de México”, ocupará aproximadamente 295 mil hectáreas, aunque esta cifra está muy por debajo del promedio histórico de 500 mil hectáreas.
Condiciones críticas para la agricultura
Marte Vega Román, dirigente de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES), ha indicado que, a pesar de que las presas iniciaron este ciclo con un ligero aumento en comparación con el año anterior, las condiciones de humedad del suelo son desfavorables. A diferencia del año pasado, cuando la tormenta tropical “Norma” aportó lluvias significativas, este año las tierras están secas y requerirán más agua para el primer riego. Esto generará restricciones severas a nivel parcelario y provocará una drástica disminución en la superficie sembrada de maíz.
Impacto económico y social
La crisis hídrica ya ha tenido repercusiones en la economía local. En el ciclo agrícola anterior, la superficie sembrada de maíz se redujo en un 51%, de 526 mil hectáreas a solo 258 mil, resultando en una cosecha de apenas 3.1 millones de toneladas, un 53% menos que en 2023. Este descenso en la producción agrícola se tradujo en un desplome del 55% en el valor de la producción, que pasó de 37 mil millones de pesos a 17 mil millones. Esto está afectando gravemente a los agricultores y, por ende, a la economía regional, incluyendo sectores como la venta de vehículos, talleres y restaurantes.
Llamado a la acción
Cristina Isabel Ibarra Armenta, presidenta del Colegio de Economistas de Sinaloa, ha advertido que la reducción en las siembras podría afectar entre un 1% y un 2% del PIB estatal. La solución a largo plazo pasa por diversificar la economía y disminuir la dependencia de la agricultura, mientras que Gerardo López Cervantes, profesor de la UAS, destaca la necesidad de mejorar la gestión del agua para optimizar su uso y reducir el desperdicio.
Sandra Guido, directora de Conselva, hace un llamado a la colaboración entre agricultores, académicos, ciudadanos y autoridades para implementar políticas públicas que reconozcan la escasez de agua y permitan gestionar este recurso de manera sostenible. Se propone la creación de un plan hídrico estatal con enfoque de cuenca, que permita un mejor aprovechamiento y gestión del agua.
Conclusión
La crisis hídrica en Sinaloa pone en riesgo no solo la producción agrícola del estado, sino que amenaza con provocar un declive en su economía. Es imperativo adoptar un enfoque integral que incluya la diversificación hacia una economía más sostenible y una gestión más eficiente del agua para garantizar el futuro de la región.