Mazatlán, Sin.- (RI Noticias) – Nacido en Querétaro el 2 de junio de 1974, Radamés Hernández Cazares ha dejado una huella imborrable en el boxeo mexicano. Su historia es la de un hombre que, desde muy joven, encontró en el deporte no solo una pasión, sino una forma de vida que le permitió formar campeones dentro y fuera del ring. Entrenador, educador y guía, Radamés ha forjado su camino apoyado en una filosofía que, aunque inspirada en las palabras de Bob Marley —”Conserva lo que tienes, olvida lo que te duele, lucha por lo que quieres, valora lo que posees, perdona a los que te hieren y disfruta a los que te aman”— se nutre de una realidad mucho más profunda: la importancia de formar mejores personas antes que campeones.
Radamés no está solo en su trayecto. Su padre, Marcos Hernández, también un destacado entrenador, lo introdujo en el mundo del boxeo desde temprana edad. Desde entonces, ambos han trabajado codo a codo en la formación de jóvenes talentos que han llevado el nombre de México a lo más alto. Juntos, han sido parte de historias como la de Pedro “Pedrín” Guevara, quien en 2014 se coronó campeón mundial Minimosca tras vencer al japonés Akira Yaegashi en una épica pelea en Tokio. Esa victoria, la primera de un mazatleco en un campeonato mundial de boxeo, fue un momento definitorio en la carrera de Radamés.
Pero el éxito no es un extraño para él. Además de Guevara, Radamés ha guiado a boxeadores como Tamara Cruz, la primera mexicana en competir en unos Juegos Olímpicos en Tokio 2020, y, más recientemente, a Marco Alonso Verde Álvarez, medallista de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Lo que distingue a Radamés Hernández no es solo su capacidad para entrenar a boxeadores de élite, sino su dedicación para formar personas con valores sólidos. Sus palabras y acciones, tanto en el gimnasio como en la vida cotidiana, reflejan un compromiso con el bienestar integral de sus pupilos. A lo largo de sus 30 años de carrera, ha acumulado más de 80 medallas en competiciones nacionales e internacionales, de las cuales 40 son de oro. Sin embargo, para él, cada victoria es el resultado de un trabajo que va más allá del deporte: es el esfuerzo de formar seres humanos capaces de enfrentar cualquier adversidad dentro y fuera del cuadrilátero.
Radamés combina su amor por el deporte con su vocación como educador. Desde hace 22 años, trabaja como maestro de primaria en la Escuela Ignacio Aldama de Mazatlán y es profesor en la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde lleva cerca de 25 años. A pesar de su éxito como entrenador, nunca ha dejado de lado su labor docente, destacando que la educación es una herramienta indispensable para el desarrollo de cualquier individuo, ya sea en el ámbito deportivo o académico.
A lo largo de su carrera, Radamés ha conseguido certificaciones y reconocimientos que avalan su conocimiento y preparación como entrenador de alto rendimiento. Su formación no ha sido solo práctica, sino también académica, con estudios en psicología del deporte y un doctorado en Ciencias de la Educación. A pesar de su vasta experiencia, mantiene una humildad admirable, destacando que el éxito no se mide por los títulos obtenidos, sino por el impacto positivo que deja en la vida de quienes entrenan bajo su tutela.
“Entrenadores hay muchos, pero nosotros siempre hemos hecho las cosas con mucha pasión”, asegura Hernández, una frase que encapsula su ética de trabajo. No se trata solo de lograr victorias en el ring, sino de formar personas resilientes y con valores, capaces de enfrentarse a cualquier desafío.
Radamés Hernández es un hombre de familia, un padre dedicado y un amigo leal, que siempre está pendiente de sus alumnos. Sus palabras resuenan no solo como consejos, sino como lecciones de vida. Su influencia va más allá del deporte, inspirando a las nuevas generaciones a perseguir sus sueños con disciplina y esfuerzo, tal como él lo ha hecho.
El nombre de Radamés Hernández ya está inscrito en los anales del boxeo mexicano, pero su verdadero legado está en las personas que ha ayudado a formar, quienes, gracias a su guía, están dejando su propia marca en la historia del deporte y en la vida misma.