Mazatlán, Sin (RI Noticias). – La temporada camaronera 2024-2025 arranca el 17 de octubre en Sinaloa en un contexto marcado por dificultades económicas y una profunda crisis laboral. De los 560 barcos pesqueros registrados en el estado, apenas 185 zarparán, lo que resultará en la paralización de miles de empleos. Se estima que más de 3 mil pescadores se quedarán sin trabajo en la región.
En Mazatlán, solo 160 de los casi 500 barcos disponibles podrán operar, y en Topolobampo, apenas 25 embarcaciones saldrán a la mar. El impacto económico se extiende a patrones, motoristas, cocineros y demás personal que, sin oportunidades en altamar, se enfrenta al desempleo.
La situación del sector pesquero en Mazatlán se ha ido deteriorando a lo largo de los últimos años. En el muelle pesquero del Parque Bonfil, decenas de embarcaciones envejecen sin posibilidad de operar. Mientras tanto, los armadores se ven obligados a reducir sus flotas. Empresarios que en el pasado movilizaban hasta 26 barcos, hoy solo podrán poner en marcha una fracción de ellos; algunos con 18 apenas lograrán enviar 5 a la mar.
El panorama es desolador para los pequeños armadores y pescadores independientes, quienes, sin acceso a financiamiento, no pueden costear los gastos de operación, arriesgándose a contraer deudas que ya les pesan desde temporadas anteriores.
Frente a esta situación, cientos de pescadores han tenido que buscar alternativas laborales fuera del mar. Muchos han migrado hacia la construcción, talleres mecánicos o empleos de seguridad en centros comerciales. En Mazatlán, aproximadamente 2,700 trabajadores del mar, incluidos patrones, marineros y personal de apoyo, no participarán en la temporada de pesca.
Este éxodo hacia otros sectores se ha convertido en una tendencia en los últimos años. Sin embargo, los pescadores mantienen la esperanza de que la situación mejore, lo que podría reactivar la economía local, beneficiando no solo a ellos, sino también a otras industrias relacionadas, como soldadores, rederos, comerciantes y los puestos de comida que dependen de la actividad pesquera.
El aumento del precio del diésel y otros insumos ha hecho que armar un barco para un viaje sea casi imposible para muchos. Un barco camaronero necesita alrededor de un millón y medio de pesos para salir a altamar, solo en combustible se gasta un millón de pesos. Debido a estos altos costos, los armadores se han visto obligados a recortar la duración de los viajes de 45 a 30 días, con la esperanza de que los primeros resultados permitan recuperar parte de la inversión.
Jesús Omar Lizárraga Manjarrez, presidente de la Unión de Armadores del Litoral del Pacífico, señala que esta temporada será especialmente difícil. “Solo el 30% de la flota de Mazatlán podrá salir a pescar, lo que refleja una tendencia que hemos visto desde hace seis años. Cada año salen menos barcos, y este no será la excepción”, afirmó.
A pesar de las adversidades, los armadores mantienen la esperanza de que la pesca sea productiva y que los resultados permitan mantener los empleos en el puerto. Lizárraga Manjarrez agregó que las expectativas son altas, pero los desafíos del sector pesquero, como la falta de financiamiento y los altos costos de operación, continúan limitando la actividad.
En Topolobampo, la situación es aún más complicada. Carlos Sotelo Monge, presidente de la Federación de Cooperativas Pesqueras de Altamar, asegura que la industria camaronera nunca había enfrentado una crisis de esta magnitud en sus 50 años de experiencia. “El alto costo del diésel y la ausencia de créditos están asfixiando a los armadores”, comentó.
El año pasado, a pesar de que hubo una gran cantidad de capturas, los precios bajos en el mercado hicieron que los pescadores no vieran ganancias, lo que agrava aún más la situación para esta temporada.