Mazatlán, Sin.- (RI Noticias) – La transición del término “agroquímicos” a “fitosanitarios” refleja una evolución en la percepción y uso de productos destinados a proteger cultivos. En sus inicios, estos términos incluían desde fertilizantes hasta insecticidas, pero la creciente conciencia ambiental y los avances tecnológicos han llevado a un enfoque más específico y seguro.
Durante las décadas de 1960 y 1970, se generaron preocupaciones sobre el impacto de los pesticidas en la salud humana y el medio ambiente, lo que resultó en la prohibición de productos como el DDT. Sin embargo, muchos pronósticos alarmistas sobre la pérdida de vida silvestre y el aumento de enfermedades no se materializaron. La ciencia ha demostrado que, cuando se utilizan correctamente, los fitosanitarios no presentan los riesgos temidos.
Hoy en día, los fitosanitarios se desarrollan bajo estrictas normativas internacionales que garantizan su seguridad. Gracias a ellos, la agricultura global puede alimentar a más de 8 mil millones de personas utilizando prácticamente las mismas tierras que en 1900, evitando así la expansión de la frontera agrícola y protegiendo ecosistemas naturales.
Además de los fitosanitarios químicos, los productos biorracionales, como extractos vegetales y bacterias, están ganando terreno en el manejo integrado de plagas, aunque su participación en el mercado es aún limitada.
En México, organizaciones como la Asociación Mexicana de Fitosanitarios (AMEXFIT) y la Asociación de Protección de Cultivos (PROCCYT) han implementado programas para la correcta disposición de envases de agroquímicos y atención en emergencias por intoxicación, asegurando un manejo responsable de estos productos.
La utilización responsable de fitosanitarios es esencial para asegurar la producción de alimentos, permitiendo a los agricultores enfrentar los desafíos globales sin comprometer la salud humana ni el medio ambiente. La agricultura del futuro depende de la continua innovación en este ámbito, en busca de soluciones más seguras y sostenibles.