La Luna, nuestro satélite natural, ha sido un objeto de fascinación y estudio desde tiempos antiguos. Sin embargo, en las últimas décadas, gracias a los avances tecnológicos y a las misiones espaciales, la ciencia ha revelado con mayor precisión qué hay en su interior. A diferencia de la Tierra, la Luna no tiene una estructura tan activa, pero su composición interna sigue siendo un tema de estudio clave para comprender no solo su historia, sino también la formación de otros cuerpos celestes.
Al igual que la Tierra, la Luna tiene una estructura interna dividida en capas. Un equipo de científicos liderado por Arthur Briaud, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, utilizando avanzadas técnicas de exploración sísmica y modelado computacional, ha logrado ofrecer respuestas definitivas sobre el núcleo de la Luna.
El descubrimiento revela que el núcleo lunar está compuesto por una capa externa fluida de 362 km de radio y una interna sólida de 258 km, con una estructura similar a la de la Tierra. El núcleo interno tiene una densidad de 7,822 kg/m³, indicando una alta presencia de hierro. Este hallazgo es clave para entender la formación y evolución de la Luna, así como su campo magnético, que ha disminuido con el tiempo. Además, el conocimiento sobre los materiales en el manto lunar podría abrir oportunidades para la explotación de recursos minerales y avanzar en futuras misiones espaciales.
Asimismo, la investigación sobre la evolución del campo magnético lunar proporciona información clave sobre su historia geológica y ofrece pistas sobre cómo continuará cambiando en el futuro. Esta información es esencial para el diseño de futuras misiones a la Luna y otros cuerpos celestes.
El interior de la Luna sigue siendo un enigma en muchos aspectos, pero los avances científicos nos están acercando a comprender mejor no solo su composición, sino también su historia y su relevancia en la evolución del sistema solar.