Manuel Verde, quien dejó una marca en el boxeo mexicano durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, ofrece una perspectiva íntima y reflexiva sobre su carrera y el sorprendente éxito de su hijo, Marco Verde, quien recientemente obtuvo una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Con 57 años, Manuel Verde sigue reviviendo los momentos de Barcelona 1992. “Mis recuerdos de esos Juegos son muy bonitos. A veces todavía sueño con participar en ellos”, comenta con una mezcla de nostalgia y orgullo. Para Verde, representar a México en el escenario olímpico fue el resultado de un arduo proceso que empezó desde el nivel municipal y estatal, un camino que él describe como fundamental para llegar a las competencias nacionales.
A diferencia de muchos atletas que encuentran inspiración en figuras icónicas, Verde menciona que su pasión por el boxeo nació de su deseo de aprender a defenderse y como una forma de ejercicio. “Siempre me han gustado todos los deportes, y el boxeo fue una forma más de ejercitarme”, señala.
Verde también compara el entrenamiento y la competencia de su época con los estándares actuales. Según él, la experiencia internacional es crucial para el éxito olímpico. “Si los dirigentes de gobierno pusieran más empeño en enviar a los deportistas a giras europeas, el resultado no serían solo dos o tres medallas. Estaríamos al nivel de los países que siempre ganan”, afirma. Esta experiencia sostiene, es fundamental para competir al máximo nivel y superar las barreras internacionales.
El ex boxeador no escatima en críticas hacia la gestión del deporte en México. “Siempre se hace mucho ruido después de los Juegos Olímpicos, pero se debería trabajar durante todo el ciclo de cuatro años”, opina. Verde cree que la preparación debe ser continua y no solo enfocarse en el último año antes de la competencia, y señala que otros países ya son potencias deportivas no solo un año antes de los Juegos Olímpicos.
Dirigiéndose a la nueva generación de atletas, Verde ofrece un mensaje alentador: “Sigan adelante. Los sueños se cumplen, pero nada cae del cielo. El proceso es duro y las derrotas no deben desmotivarte. Se requiere mucha mente, resistencia y amor por tus sueños”. Este consejo refleja el enfoque que Verde ha visto en su hijo, Marco.
Ver a su hijo alcanzar el éxito olímpico ha sido una experiencia profundamente emotiva para Manuel. “Es una chingonería”, expresa con una sonrisa. Para él, ver a Marco en el podio es el logro más hermoso que un padre puede experimentar. Aunque la decisión de los jueces en el primer asalto contra el boxeador uzbeko fue discutida, Manuel destaca que la experiencia y la inteligencia en el ring son clave para el éxito. “La mejor pelea de Marco fue contra el peleador de la India”, asegura, reconociendo la habilidad y el esfuerzo de su hijo.
Manuel Verde ha aprendido de la perseverancia y el enfoque de su hijo, valorando la persistencia como una lección fundamental. Además de su carrera deportiva, su sueño para Marco es que termine su carrera universitaria, lo cual considera esencial para su futuro.
Al final de la entrevista, Manuel expresa su gratitud por el apoyo recibido. “Agradezco a toda la gente que le ha mandado los mejores deseos a Marco”, concluye.
A través de sus palabras, Manuel Verde no solo celebra el triunfo de Marco, sino que también ofrece una ventana a su propio viaje en el deporte. Su experiencia demuestra que la combinación de pasión, perseverancia y preparación puede transformar los sueños más grandes en realidad.