Hace dos años que se encontró el cuerpo de Debanhi Escobar en la cisterna de un motel de carretera. Hace dos años que unos maestros perdieron a su única hija, la Universidad Autónoma de Nuevo León a una estudiante de Derecho y México a otra mujer con vida. Ni la intensa búsqueda de Debanhi en abril de 2022, que fue empujada hasta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, sirvió para encontrarla viva; ni que la Fiscalía General de la República (FGR) atrajera el caso ha servido para lograr respuestas. Han pasado dos años desde que la desaparición de esta joven, de 18 años, conmocionó a un país anestesiado y sigue sin haber detenidos ni resultados ni justicia. Su caso, que se convirtió en un símbolo de los feminicidios en México, continúa en el punto de partida.
Debanhi Escobar desapareció en la madrugada del 9 de abril en Escobedo, un municipio del extrarradio de Monterrey (Nuevo León). La última imagen que hay de ella la sitúa en el kilómetro 15,5 de la carretera de la capital hacia Nuevo Laredo (Tamaulipas), poco antes de las 4.30 de la mañana, entre el Motel Nueva Castilla y la empresa de transportes Alcosa. Desde allí salieron durante 13 días sus padres, Mario Escobar y Dolores Bazaldúa, acompañados de decenas de voluntarios, perros de búsqueda y drones, para tratar de encontrar a su hija. En la noche del 21 al 22 de abril, las autoridades hallaron el cadáver de Debanhi dentro de una cisterna de una piscina en desuso del hotel. A escasos metros de donde habían salido todas las comitivas de búsqueda.
El hallazgo revolucionó al país: ¿cómo no se había encontrado antes a Debanhi si el motel había sido cateado en varias ocasiones? ¿Por qué la Fiscalía afirmó que no había cámaras de seguridad en el alojamiento y luego aparecieron cientos de horas de grabación? ¿Fue una cadena de errores o había intentos de obstaculizar la búsqueda? ¿Dónde estuvo Debanhi esos 13 días? ¿Quién la mató? ¿Por qué? Todas esas preguntas siguen, dos años después, intactas.
Mario Escobar aseguró desde la iglesia donde se organizó el velorio de su hija que encontraría justicia para ella. Lo repitió con un pie en el hueco donde iban a meter su ataúd. Y así lo sigue diciendo ahora, en entrevista con EL PAÍS: “El caso de mi hija va a resolverse y será una certeza para México”. Este padre, que estos meses está haciendo campaña porque se presenta al cargo de diputado en el Congreso de Nuevo León por Movimiento Ciudadano, el partido del gobernador del Estado, Samuel García, cree que “la investigación va avanzando”.
Oficialmente, desde octubre de 2022, es la FGR la que lleva el caso de Escobar. Después de la destitución de dos fiscales a cargo de la investigación y la caída del fiscal general de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero, la dependencia federal asumió la investigación. “Con la FGR, lamentablemente o afortunadamente, hicimos un pacto donde se está haciendo todo mucho sigilo. Hay algunos avances de la carpeta, es un tira y afloja para tener más avances concretos, tener un responsable o un culpable, o un presunto, que hasta ahorita no lo tenemos”, señala Mario Escobar. En todo este tiempo, la dependencia federal —que lleva las dos carpetas principales del caso, de forma unificada— no ha hecho ningún arresto.
Hasta el momento solo están imputadas dos trabajadoras del Motel Nueva Castilla, que están acusadas de falsedad de declaraciones y encubrimiento de información desde enero de 2023. Esa investigación sí sigue en manos de la fiscalía de Nuevo León. “Estamos esperando a que se desahogue la fase intermedia, porque hasta el momento, los abogados de ellas han metido amparos y ellas, después de un año y medio, todavía no han dado ninguna versión”, apunta Escobar, que cree que los testimonios de las empleadas puede ayudar a resolver el caso: “Por ahí se puede romper el hilo tan delgado”.
A la joven hubo que practicarle dos autopsias, porque en la primera, la Fiscalía de Nuevo León trató de dar por cerrado el caso señalando que Debanhi se había caído al tanque de agua y había fallecido de una contusión de cráneo. Sobre esa autopsia, hubo un segundo informe, al que tuvo acceso en exclusiva EL PAÍS, que apuntaba a que la joven tenía múltiples contusiones y fue agredida sexualmente. Finalmente, a petición de los padres, Debanhi fue desenterrada. Esa última autopsia, que es la que su familia considera la definitiva, indicaba que la causa de la muerte era asfixia y que había muerte entre tres y cinco días antes de que la encontraran, es decir, que gran parte de la búsqueda había estado con vida. “El caso de mi hija se va a resolver cuando en la Fiscalía local quiten a toda esa basura de funcionarios”, critica Escobar al personal de investigación de Nuevo León, donde considera que “hay gente que obstaculizó definitivamente la investigación”.
El caso de Debanhi, que estuvo plagado desde el inicio de irregularidades, ilustra el fracaso del Estado para lograr justicia. ¿Si no se resolvió quién mató a la joven, en uno de los feminicidios más mediáticos de los últimos años, qué caso se va a resolver? En México, 10 mujeres son asesinadas cada día, siete son desaparecidas. El 95% de los casos queda impune. “A las familias que están pasando por esto yo les diría que exijan sus derechos, que la sociedad y el pueblo son más fuertes que cualquier funcionario público, que las Fiscalías tienen la obligación de investigar, que no se dejen, que alcen la voz”.