Las calles llevan días llenas de adornos, los escaparates tienen árboles, telas y luces que nos recuerdan las fechas que marca el calendario. Los villancicos marcan el compás de las compras y las bolsas empiezan a pasear por las calles con destinos ajenos a quienes las llevan. Las Navidades, buenas o malas, felices o infelices, crean un ambiente que es irrepetible en cualquier otra época del año.
Sin embargo, aunque estén señaladas en prácticamente todas las sociedades del mundo en ninguna se vive de la misma manera. De hecho, dentro de estas sociedades no hay ninguna persona la viva igual. Para muchos niños representan la ilusión: la de ver a sus padres más tiempo que en todo el año, la de encontrarse con personas que no ven habitualmente, la de poder escribir una carta con deseos (sean o no concedidos), la de creer que el mundo es bueno porque las personas que les rodean también lo creen un poco más.
“Así, si de algo hablan las navidades es de infancia”.
La navidad trae sentimientos
De hecho, pasado el tiempo, la mayoría de los adultos experimentamos un pequeño sentimiento de nostalgia, como el eco del primer amor, que recoge el deseo de volver a vivirlas como cuando éramos pequeños. A quienes nos rodean niños, es fácil que nos contagiemos por su ilusión y que de pronto nos quitemos unos cuantos años, muchos, de vida.
“Enseñemos a los niños que tan hermoso es escribir una carta de deseos como una en la que describan las cosas que pueden ofrecer. Porque la navidad es una época de esperanza, pero sobre todo es una época en la que la felicidad nace con la entrega”.
Para otras personas, la Navidad es aquel momento en el que más echan de menos a esas personas que se han ido, a esas personas que se sentaron a la mesa el año pasado y que ya no están. Su sentimiento debe ser respetado y acompañado, porque vana a sentirse más reconfortados cuando el ambiente que les rodea no les impone estar alegres y felices.
Muchas veces, estas personas no se permiten sentir así, sienten que desentonan con el espíritu de estas fiestas, cuando hay pocos sentimientos tan humanos que el echar de menos. Como todas, es una buena época para acompañar, acompañémoslas en su dolor y la soledad que sienten probablemente será mucho menor.
Las Navidades son más que consumo
Hay personas que piensan que las Navidades son la excusa perfecta para ser un poco más consumistas que el resto del año, para poder alejarnos un poco más de nuestro interior, para empolvar con dulce por unos días lo que en nuestras vidas no soportamos. Incluso hay personas que odian la Navidad porque piensan que siguen existiendo por la perversión que han hecho de ellas estas personas.
Sin embargo, no olvidemos que el sentido a las Navidades, a nuestras Navidades se lo damos nosotros. Tenemos ese poder. Recordemos el maravilloso cuento de Navidad de Dickens en el que el reflejo del viejo Scruch nos debería hacer reflexionar:
- ¿qué motivos tienes tú para ser feliz con lo pobre que eres?
- ¿qué motivos tienes tú tío para ser infeliz con lo rico que eres?
Quizá las Navidades solo sean una excusa, fechas en el calendario, luces o villancicos, pero cuando es para dar, ofrecer o acompañar, la excusa no solo es buena, sino que es realmente hermosa. Que deseemos un tiempo especial de paz y amor no significa que no queramos esto el resto del año, si no que deseamos un lugar para dar color y valor a estos valores, que, sin duda, son extraordinarios.