En la era pospandemia, del 2020 al 2022, se observaron incrementos importantes en el ingreso promedio de los hogares mexicanos, particularmente los más pobres.
Gran parte de este incremento se explica por el buen dinamismo de las remesas y la expansión de los apoyos de gobierno a esta población.
Cerca de 7 de cada 10 pesos (67%) que tiene disponible la población más pobre —ubicada en el decil I— provienen de transferencias directas como lo que envían sus familiares en el extranjero, las becas, las pensiones de adultos mayores o los apoyos a personas con discapacidad.
El 33% restante proviene de su trabajo, rentas y otros ingresos corrientes, de acuerdo con cifras de la ENIGH-E 2022 (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares Estacional) del Inegi.
En promedio, los hogares más pobres perciben 4,712 pesos mensuales contando estas transferencias directas. Si estos envíos se detuvieran, el ingreso medio de estas familias caería a 1,563 pesos por mes.
Esta composición del ingreso es significativamente distinta si se compara con la media nacional o la que presentan las familias de los deciles más altos (las más ricas), en donde los ingresos por trabajo representan, al menos, más de la mitad del total.
Brechas persisten
A pesar de que los ingresos de los mexicanos más pobres han crecido en los años recientes, la concentración de la riqueza en los deciles más altos persiste.
En 2022 se observó que las familias del decil X tienen ingresos 15 veces superiores e las familias del decil I. Y además de un mayor poder adquisitivo, las dinámicas del gasto también son distintas entre deciles.
Mientras los hogares más pobres gastan la mayor parte de us ingresos en la alimentación, los hogares más ricos tienen la posibilidad de consumir bienes y servicios relacionados con la educación, la salud, el transporte, el entretenimiento, la recreación, la cultura, el deporte y el ocio.
La mitad de los ingresos de la población más pobre se va a comida y bebidas; para la población más rica este gasto sólo representa una cuarta parte.
Pese a los retos en materia de igualdad de ingresos que enfrenta México, algunas políticas de desarrollo social como la extensión de las transferencias monetarias y el incremento sostenido del salario mínimo han beneficiado a la población más vulnerable y contribuido a reducir las disparidades.