(Proceso).- La política de “abrazos, no balazos’’ del actual gobierno de México para enfrentar al crimen organizado y a los narcotraficantes suele dañar más a los usuarios de drogas que a quienes las producen y las venden, dice en entrevista con Proceso Michel Kazatchkine, miembro de la Comisión Global de Política de Drogas (CGPD).
“El daño va para las personas que usan drogas, pero no para los que las producen y las venden’’ afirma Kazatchkine, exdirector ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la Tuberculosis y la Malaria.
Entrevistado en el marco del Día Mundial contra el Sida, Kazatchkine remarca que “México es uno de los ejemplos más dolorosos del mundo en cuanto a cómo los cárteles dominan la economía, generan violencia en la sociedad y eso desencadena una respuesta violenta de la policía y la militarización que genera más violencia.
“Por años se ha dicho que se debe descriminalizar la droga, porque en definitiva la prohibición no tiene sentido, la prohibición genera el mercado negro y el mercado negro genera violencia y al final los más afectados son los que consumen (drogas), y los que la venden están en posiciones de poder del crimen organizado o han escapado a la justicia. La única salida de este círculo vicioso es poner fin a la prohibición’’.
Kazatchkine, médico, diplomático y activista francés, reconocido por su trabajo sobre el tratamiento del sida, reflexiona sobre cómo se han regulado el tabaco y el alcohol, e incomprensiblemente otras drogas no.
Además, “las mujeres sufren de manera desproporcionada el castigo y la penalización, pues reciben duras sentencias’’, señala el médico, quien lo corroboró de primera mano en una de sus visitas a prisiones en México
“Desde una perspectiva más filosófica, criminalizar la posesión de droga interfiere con la privacidad y la dignidad de la persona’’, dice. Y recuerda que Kofi Annan, exsecretario general de la ONU y miembro fundador de la CGPD, solía decir que “la criminalización del consumo también va hacia el récord criminal de la persona. Para los jóvenes el uso ocasional de una droga es menos dañino que un récord criminal, que tendría incidencia en su vida cotidiana,para buscar un trabajo, pedir un crédito en el banco o licencia de manejo’’.
Salas de inyección segura
En este contexto, además de las recomendaciones de la CGPD a los estados (incluyendo México) sobre la despenalización del consumo de drogas “no solamente en el papel sino también en los hechos”, establece la conveniencia de que en las cárceles esté disponible el tratamiento contra la drogadicción así como medicamentos para VIH y Hepatitis C para las personas privadas de su libertad, y financiar programas públicos para la reducción del daño, como la distribución de jeringas limpias y agujas para proteger a las personas de adquirir estos virus.
La CGPD también recomienda que el mundo se mueva a nuevos enfoques para las personas que utilizan drogas, como las “salas de inyección segura” o “salas de consumo seguro o supervisado”, diseñadas para proporcionar un entorno seguro e higiénico para que las personas consuman drogas, en particular quienes se inyectan sustancias. El propósito de estas salas es reducir los riesgos asociados al consumo de drogas, como sobredosis y transmisión de enfermedades, y conectar a las personas con servicios de salud y apoyo.
Tales instalaciones, enfatiza Kazatchkine, “deben ser como islas en donde la policía no entra”.
Como ejemplo pone el caso de Suiza, donde han puesto en marcha estas salas de inyección segura pero no se ha despenalizado el consumo de drogas. “A pesar de que es contradictorio, lo positivo es que se permitan estos centros y que lo primordial para el Estado sea la salud de la población en lugar de la represión”, reitera Kazatchkine.
Para el experto, “también es importante checar la calidad de las drogas, saber qué es lo que la gente compra en la calle, pues la gente no sabe lo que le están vendiendo. Como es prohibido y se debe conseguir en el mercado negro, cuando compras no sabes lo que vas a consumir. Esa ha sido una de las principales razones de la crisis de fentanilo en Estados Unidos o Canadá, porque no se supervisa la droga para los consumidores, incluso para los que la compran esto debería ser una práctica común’’.
Acabar con el sida, “sueño imposible’’
Por el Día Mundial contra el Sida la CGPD publicó un informe en el que documenta que a nivel mundial, casi una de cada cinco personas que se inyectan drogas vive con VIH y más de un tercio vive con hepatitis C.
En este contexto considera que, para poner fin a las epidemias de VIH (y hepatitis), es necesario que haya reformas significativas en las políticas de drogas que continúan discriminando y criminalizando a la comunidad de personas que usan drogas, lo que resulta en que no puedan acceder a servicios de prevención, diagnóstico, tratamiento y atención.
“Acabar con el sida para 2030 seguirá siendo un sueño imposible si no redoblamos nuestros esfuerzos para llegar de manera efectiva y comprometida con la comunidad de personas que se inyectan drogas, que tienen un riesgo extremadamente alto de adquirir VIH”, dijo Michel Kazatchkine, miembro de la Comisión Global de Política de Drogas y exdirector ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.
“Y eso requerirá, en muchos países, una revisión de sus políticas de drogas que continúan castigando legalmente y encarcelando a las personas por el uso de drogas en lugar de atenderlas en el sistema de salud pública como a otros miembros de la comunidad.
“Es inquietante que millones de personas aún están siendo colocadas innecesariamente en un riesgo extremo de adquirir VIH o hepatitis, y aquellos que viven con virus se les niegue el derecho humano fundamental a la salud, en términos de recibir tratamiento y atención accesibles y adecuados. No es casualidad que países como Portugal, Suiza, España y Alemania, que tratan el uso de drogas como una amenaza para la salud pública y no como un delito, tengan algunas de las tasas más bajas de infección por VIH y hepatitis en el mundo. La falta de progreso suficiente frente a evidencia abrumadora es vergonzosa y está arruinando y costando vidas”, advierte.
El informe, “VIH, Hepatitis y Reforma de la Política de Drogas”, encuentra que a pesar del extraordinario progreso logrado, por ejemplo, en las últimas dos décadas al ofrecer a las personas que viven con VIH al tratamiento antirretroviral, triplicándose a nivel mundial de alrededor de 10 millones a casi 30 millones hoy, la situación para las personas que se inyectan drogas que viven con el virus ha mejorado poco en el mismo período. A nivel mundial, se estima que 14.8 millones de personas se inyectan drogas.