Kimani N’gan’ga Maruge era un tatarabuelo de 84 años, y veterano del movimiento independentista de la tribu Mau Mau, que luchó contra el dominio colonial británico.
Nunca había ido a la escuela y quería aprovechar la nueva ley de Kenia, que ofrecía educación gratuita en todas las escuelas primarias estatales.
“La razón por la que quería estudiar era para mostrarle a los niños kenianos y al mundo entero que la educación es más importante que cualquier otra cosa, más que ser rico”, le dijo Maruge a la agencia de noticias Reuters en 2006.
“La verdadera riqueza es ser educado”, agregó.
Pero primero tenía que convencer a Obinchu, y ella no estaba interesada en agregar un octogenario a su registro.
“Le dijimos que era demasiado viejo para aprender. Para deshacerme de él, le dije que volviera en enero del año 2004”.
Obinchu pensó que era la última vez que iba a ver a Maruge.
“Para mi sorpresa, cuando las escuelas abrieron en el año 2004, él llegó a mi oficina, vestido con el uniforme escolar completo y con algunos libros y un lápiz en una bolsa.
“Le volví a decir que se fuera para que me diera tiempo de consultar. Le dije que volviera la semana siguiente y, fiel a mi palabra, vino después de una semana.
“Decidí hablar con él cara a cara”.
Maruge le contó a Obinchu una historia que le hizo cambiar de opinión por completo acerca de inscribirlo.
“Había ido a la iglesia y escuchado a un joven predicando, hablando de Jesucristo. Sintió que el joven no estaba diciendo la verdad, así que se fue de la iglesia en señal de protesta”, relata la directora de la escuela en conversación con la BBC.
“Camino a su casa, se sintió mareado y se sentó al borde de la carretera, y me dijo que había tenido una visión, en la que le dijeron que viniera a nuestra escuela para que le ayudáramos a aprender a leer, para que pudiera leer la Biblia por sí mismo.
“Luego dijo que en la visión, le habían dicho que había una señora que lo ayudaría, y dijo que fue a mí a quien vio.
“Me sentí culpable, así que decidí admitirlo”.