¿Quién sintetizó el fentanilo y por qué?
De no haber sido Inteligencia Artificial la Palabra del Año 2022, bien podría haber sido otra con el mismo potencial destructor: Fentanilo. Su origen, no obstante, es noble.
Traumatizado por la muerte de su hermana de 4 años por meningitis tuberculosa, el belga Paul Janssen juró dedicar su vida a salvar vidas, uniendo sus dos pasiones: la química y la medicina. De su mente surgieron medicamentos que han salvado a miles de personas, como el antidiarreico Lomotil, y que han mitigado el dolor insoportable y salvado vidas en los quirófanos, como el fentanilo, que sintetizó en 1959; ambos están en la lista de los medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Por qué es tan adictivo?
El fentanilo es un opioide que libera endorfinas, los neurotransmisores del cerebro que amortiguan la percepción del dolor y crean una sensación temporal de bienestar. Pero, a diferencia de la heroína o la morfina, que son opioides naturales, el fentanilo es sintético y resultó cien veces más adictivo que los extraídos de la amapola.
Por ponerlo en relieve, el segundo opioide sintético más adictivo, la oxicodona (el ingrediente activo de otro analgésico: Oxycontin), es 1.5 veces menos potente que la heroína.
Cuando el fentanilo entra en el cuerpo, libera más dopamina que cualquier otra droga, por lo que el cerebro se acostumbra a ese químico más rápidamente que los otros y reprogramará sus neuronas para forzar a la persona que controla a buscar que le proporcione cantidades cada vez más grandes de esa droga.
Otro factor que hace que el fentanilo sea tan peligroso es que los narcotraficantes están empezando a mezclarlo con otras sustancias ilícitas más caras, como heroína, cocaína y metanfetaminas; o incluso en medicamentos opioides legales, como Oxycontin y Vicodin, para hacerlos dependientes a la nueva droga y así obtener mayores lucros.
¿Por qué algunos consumidores de fentanilo caminan como zombies?
Para obtener aún más ganancias, los narcotraficantes han empezado a mezclar fentanilo con xilacina, un sedante cuyo costo es de tan sólo 20 dólares el kilo y es tan potente que se usa para sedar caballos. Su uso en humanos está prohibido.
La “droga de los zombis” o “tranq”, como se conoce a la mezcla de fentanilo y xilacina, causa somnolencia, heridas graves en la piel y relajación muscular extrema, que hace que sus consumidores caminen como zombies.
¿Por qué el fentanilo es tan letal?
Al ser más poderoso que la heroína, relaja con más intensidad las neuronas que controlan la respiración y la persona puede perder el conocimiento y morir por falta de oxígeno (hipoxia).
Tomar incluso una pequeña cantidad puede ser mortal: lo que cabe en un diminuto grano de arroz podría matar a tres personas. O como aseguró la DEA, la cantidad incautada de fentanilo en 2022 —50.6 millones de comprimidos y 4.5 toneladas en polvo— habría sido suficiente para matar a toda la población de EU: 332 millones.
Entre 1999 y 2019, casi 500,000 personas murieron por opioides en EU, ya sea ilegal o recetado por un médico; y el aumento en los últimos años es exponencial. En 2021, se rebasó la cifra de 100 mil muertos por primera vez en la historia de EU; en concreto 105 mil personas, de las que 70 mil fue por fentanilo.
Uno de los primeros casos relevantes de fallecimiento por esta droga relativamente nueva fue el cantante Prince, que murió por sobredosis en 2016. El 1 de noviembre de 2021 murió la nieta de diez meses del escritor Paul Auster por una intoxicación accidental con fentanilo; el padre de la bebé, acusado de homicidio imprudente, murió de sobredosis cinco meses después.
Cada día de este 2023 mueren más de 300 personas en EU por fentanilo, entre ellos el nieto de Robert de Niro de 19 años, Leandro de Niro, quien murió el pasado 2 de julio. En un desgarrador mensaje en las redes, su madre escribió: “A la persona que vendió a Leo el fentanilo espero que todos los días piense en mí familia. Nos mataste a todos”.
¿Por qué EU es el epicentro mundial de la crisis de opioides y qué responsabilidad tuvo una carta de cien palabras?
Durante toda la segunda mitad del siglo XX, el lobby farmacéutico estadounidense incentivó, mediante campañas agresivas y falsas, el consumo de analgésicos elaborados con opioides sintéticos, ocultando su enorme poder adictivo, a sabiendas de que iba a generar miles de farmacodependientes, con el único objetivo de enriquecerse.
En 1980, un tal doctor Herschel Jick publicó en The New England Journal of Medicine (considerada la Biblia de las revistas de medicina) una carta de apenas cien palabras con el siguiente título: “La adicción es rara en pacientes tratados con opioides”.
La única evidencia que cita es la anécdota de que “de 11,882 pacientes hospitalizados tratados con opiáceos, sólo cuatro se habían hecho adictos”. Sin embargo, omite que esos pacientes recibieron dosis controladas por los médicos y no dice nada de los miles que se automedicaban en sus casas con las dosis de analgésicos que querían.
La tragedia que desató la actual crisis de opioides es que esa carta la publicó la revista más prestigiosa y fue citada miles de veces por los laboratorios que vendían los analgésicos opiáceos más populares, como Oxycontin, de Purdue Pharma, y Vicodin, de Abbott Laboratories.
Para evitar ser señalados como “opiófobos”, muchos médicos empezaron a recetar analgésicos no sólo a enfermos con dolores agudos puntuales, sino crónicos, creando con el tiempo una legión de adictos.
¿Cuándo se dio cuenta EU del error y por qué el “efecto cucaracha” empeoró la crisis?
El 20 de octubre de 2017, el presidente Donald Trump declaró la crisis de los opioides una emergencia nacional de salud pública e impuso duros controles sobre la prescripción de recetas. Pero el país tenía ya más de dos millones de adictos a los opioides. De repente dejó de hacer gracia ver al protagonista de la serie Dr. House tomando Vicodin para calmar su adicción; la cruda realidad era la del rapero Eminem: “Llegaba a tomar 60 pastillas al día de Vicodin; estoy vivo de milagro”.
Sin embargo, la “tolerancia cero” de Trump provocó un “efecto cucaracha”. Miles de adictos al OxyContin y al Vicodin viajaban a México para comprar los analgésicos en las farmacias de la frontera; pero, cuando se agotaron las existencias y las autoridades sanitarias mexicanas exigieron receta médica, una parte se enganchó a la heroína, pero la gran mayoría (reticente a probar una droga con tan largo historial de destrucción y muerte), descubrió en el mercado negro y en internet unas pastillas baratas, fáciles de conseguir y con un enorme poder analgésico y relajante: el fentanilo.
¿Por qué una ley revolucionaria canadiense podría ser el principio del fin de la crisis?
Al igual que en las grandes urbes de EU, la permisividad de ciudades canadienses con el narcomenudeo tuvo un efecto llamada que ocasionó guetos de adictos, al crack, la heroína y ahora el fentanilo. Sólo en 2022 fallecieron por fentanilo una media de veinte personas en Canadá (38.2 millones de habitantes, algo menos que California), con epicentro en Vancouver.
Al ser el fentanilo más barato y más fácil de encontrar, los heroinómanos sustituyeron una droga por la otra, mientras que otro porcentaje igual o mayor de consumidores de otras drogas se están metiendo en el cuerpo, sin saberlo, fentanilo, oculto en la cocaína en polvo o en pastillas de metanfetamina, éxtasis o en analgésicos adulterados como los citados Oxicontin y Vicodin .
En cuanto EU detectó que se había disparado el número de sobredosis y que la causa era porque consumían droga mezclada con fentanilo, diferentes compañías farmacéuticas sacaron en tiempo récord al mercado tiras para detectar fentanilo. Pero su elevado costo y la falta de información ocasionó que, quienes compran las tiras reactivas, son cocainómanos y consumidores de metanfetaminas de alto poder adquisitivo.
Más éxito está teniendo la apuesta del gobierno de EU por financiar la distribución masiva de naloxona, el único medicamento capaz de revertir una sobredosis de fentanilo y hacer que una persona recupere la respiración normal en uno o dos minutos. De hecho, las estadísticas de muertes por fentanilo serían aún más aterradoras si agentes policiales, de primeros auxilios e incluso drogadictos y sus familiares no hubiesen tenido a mano naloxona.
En cuanto a Canadá, apostó por un experimento audaz y sin parangón en el mundo, pero tan reciente que no se pueden sacar aún conclusiones sobre si es una solución suicida o revolucionaria.
El 3 de marzo de 2023, el Ministerio de Salud de Canadá autorizó que dos empresas nacionales —Adastra Labs y Sunshine Earth Labs— puedan producir y vender cocaína de forma legal, para evitar que la droga venga adulterada con fentanilo u otras sustancias.
De tener éxito la iniciativa se frenaría en seco el número de adictos al fentanilo de manera inconsciente y además quitaría al crimen organizado gran parte del negocio, como ocurrió en 1933, cuando EU abolió la Ley Seca y desaparecieron las muertes por alcohol adulterado y las mafias que se enriquecieron con su venta ilegal.
¿México podría ser el siguiente en la lista de países con crisis de fentanilo?
Definitivamente. Aunque el país se libró de la crisis de heroína que asoló Europa en los 80 y 90 y de la crisis de opioides aún vigente en EU, esta situación podría cambiar con asombrosa rapidez, si los cárteles empiezan a perder mercado en Canadá y Estados Unidos, y apuestan por inundar con fentanilo oculto el creciente mercado de la cocaína en México, que podría dispararse exponecialmente y donde no hay tiras reactivas, ni intención de seguir el modelo canadiense.
Por tanto, la batalla para la que México debe estar preparada es impedir que el crimen organizado siga esta estrategia letal de inudar el país de fentanilo; y para que esto no ocurra, hay buscar el origen del problema en donde comenzó todo y los culpables originales siguen impunes: Estados Unidos.