Durante 22 años el programa de Pueblos Mágicos ha sido una de las medallas que cualquier municipio que recibe turismo aspira a colgarse; sin embargo, el programa ha perdido exclusividad a medida que ha incluido más municipios que, para los especialistas, aún enfrentan carencias de servicios básicos y vivienda.
México ahora cuenta con 177 Pueblos Mágicos tras la inclusión de 45 municipios a la lista, entre los que se encuentran entidades de Yucatán, Jalisco, Guerrero, Estado de México, Puebla, Querétaro y Nayarit, entre otras entidades. A decir de la Secretaría de Turismo (Sectur), las 45 inclusiones cumplían con los requisitos y formaron parte de una convocatoria que atrajo 123 solicitudes.
“Con su riqueza natural, cultural y gastronómica, serán desde hoy importantes motivadores de viaje, que atraerán mayores flujos turísticos y, en consecuencia, incrementarán la derrama económica, la inversión y el empleo, en beneficio de nuestras poblaciones locales”, dijo el secretario de turismo Miguel Torruco Marqués en la presentación de los nuevos Pueblos Mágicos.
Según la Secretaría de Turismo, la inclusión al programa de Pueblos Mágicos implica un incremento anual de 8% del Valor Agregado Censal Bruto del destino acreedor al nombramiento, definido como el valor de la producción añadido durante el proceso de trabajo, por la actividad turística y de transformación del personal ocupado, entre otros rubros.
Resultados ambiguos
Los Pueblos Mágicos han tenido reconocimiento tanto para las empresas como para los viajeros; sin embargo, desde 2019 se dejaron de otorgar recursos a los municipios que forman parte del programa, por lo que dejó de estar presente en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
A esto se ha sumado una falta de transparencia que ha derivado en que la inclusión de algunos municipios sea puesta en duda.
“No necesariamente todas las localidades responden cabalmente a los lineamientos del programa”, advierte Francisco Madrid, director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac. “Ya eran demasiados pueblos los que teníamos más los que se agregan. Entiendo el incentivo que da otorgar este reconocimiento desde el punto de vista político a falta de otros instrumentos de Sectur”.
Aunque hay información del buen resultado del programa, no hay certeza de que sea así en todos los casos.
Según el Primer Estudio Económico de Pueblos Mágicos realizado por la Sectur, hasta el cierre de 2018 –el dato más actualizado– solo 27% de los municipios contaron con información estadística parcial sobre su actividad turística, lo que “imposibilita” dimensionar el impacto real del programa.
Pero algunos de los datos recabados muestran un conjunto de comunidades con altos niveles de marginalidad, por encima de la media nacional. El 50.4% de los habitantes de los Pueblos Mágicos vivían en situación de pobreza, según el estudio con datos de 2015, cuando la media nacional comparable era de 44%.
De manera similar, poco más de una cuarta parte de los habitantes de los Pueblos Mágicos carecía de acceso a servicios básicos en sus viviendas, cuando el índice nacional era de 20.4%. Para los 45 nuevos Pueblos Mágicos este es un riesgo al carecer de un programa para desarrollar su infraestructura y servicios.
“Tengo la impresión de que no necesariamente los 173 [Pueblos Mágicos] reúnen las condiciones para ser incluidos en este club”, señala Madrid.
Marca en riesgo
Para los especialistas, la política turística ha radicado en una labor de marketing en el que la marca de Pueblos Mágicos ha logrado posicionarse, pero su descuido la pone en riesgo.
Para Teresa Solís, experta en la industria turística de la consultora Deloitte, ha habido un “gran” reconocimiento de la marca de Pueblos Mágicos, desde la política per se hasta el logo, tanto en los viajeros como en los residentes de las localidades, pero el alto número de localidades puede derivar en un desgaste de la marca.
“Una degradación de la marca de Pueblos Mágicos es lo peor que le podría pasar al programa”, advierte la especialista. “Hoy la ventaja es que hay muchos estados que apoyaron las solicitudes de sus municipios porque están dispuestos y comprometiéndose a invertir para aprovechar el programa, pero es muy riesgoso como estrategia federal depender de la voluntad de los gobiernos estatales en turno”.
De momento, los especialistas consideran que el nombre del juego para no perder credibilidad debería de ser la transparencia, tanto en los criterios utilizados para la elección de los municipios como en los requeridos para su permanencia, e incluso aquellos para medir sus resultados.
“Sigue siendo la estrategia correcta, pero hay que revisarla, porque llegar en un día como, por ejemplo, la semana pasada, y otorgar más nombramientos que en los primeros nueve años del programa, pulveriza los esfuerzos realizados”, concluye Madrid.