En días anteriores se informó sobre la desaparición de un sumergible de la empresa OceanGate, utilizado para llevar a turistas a explorar los restos del Titanic en las profundidades del océano Atlántico.
Las primeras horas del jueves 22 de junio, el sumergible se quedó sin oxígeno, tal como estimó un alto mando de OceanGate. La empresa que organiza las expediciones en el océano Atlántico, OceanGate, aceptó que su nave Titán es irrecuperable y que la tripulación perdió la vida a través de un comunicado, lamentando la muerte de los tripulantes y mencionaron que la posible razón de esta tragedia fue por una ‘implosión’.
Muchos usuarios se han preguntado desde entonces por qué los buzos no pueden adentrarse a las profundidades del Titanic, sin necesidad de un sumergible y hay una explicación científica que responde a todas esas preguntas.
¿Es posible sumergirse al Titanic?
Ante la desaparición del submarino Titán, muchas personas se preguntan por qué no fue posible enviar buzos para ayudar en las labores de rescate. Sin embargo, sumergirse en un líquido implica una serie de cambios en el cuerpo que empeoran a medida que se aumenta la profundidad.
Según Daniel Pellicer Roig, biotecnólogo especializado en biomedicina para National Geographic España, si alguien intentara descender hasta esa zona, moriría antes de recorrer una décima parte del trayecto.
Según el biotecnólogo, cuando una persona se sumerge en el agua y comienza a descender, el primer cambio que se nota es la diferencia de presión en los oídos. El aire en el interior del tímpano se comprime y esto causa dolor.
Sin embargo, el dolor de oídos puede aliviarse fácilmente mediante la maniobra de Valsalva, que consiste en tapar la boca y la nariz y expulsar aire para equilibrar las presiones. No obstante, es probable que el oxígeno se acabe pronto, por lo que es necesario llevar botellas de aire a presión para poder seguir respirando.
El buceo recreativo básico se limita a una profundidad de 18 metros por razones de seguridad, pero con el nivel adecuado de entrenamiento se puede llegar hasta los 40 metros. Esto se debe a que los gases que respiramos se comportan de manera diferente bajo mayor presión.
En las profundidades el aire se vuelve tóxico
De acuerdo a Pellicer Roig, a partir de los 30 metros de profundidad, comienza la narcosis de nitrógeno, un proceso que afecta al equilibrio y los procesos metabólicos en nuestro cuerpo cuando respiramos aire comprimido.
El biotecnólogo nombra la “Ley de los Martinis”, un concepto que, según sus palabras, por cada 10 metros de profundidad adicional, el cuerpo experimenta una intoxicación similar al consumo de 1 Martini.
Los síntomas van desde mareo y náuseas hasta euforia, dolor de cabeza, desorientación e incluso pérdida de conciencia, lo cual puede ser mortal a grandes profundidades.
A profundidades superiores a 120-180 metros, existe un síndrome neurológico por alta presión que aún no se comprende completamente, sin embargo Pellicer Roig menciona que este síndrome provoca problemas neurológicos similares a las intoxicaciones mencionadas anteriormente, y su consecuencia más grave puede ser la muerte.
Se cree que la propia presión desempeña un papel importante en su aparición, aunque se necesitan más estudios para comprenderlo mejor. En el escenario hipotético de un rescate que National Geographic España hizo, tan solo descendieron 180 metros, dejando aún 3.640 metros hasta llegar al Titanic.