La figura del abusador escolar es muy recurrente en las series, películas, libros y otras ficciones, sin embargo, es una trágica realidad que se vive en casi todas las escuelas del país. El bullying es una problemática que afecta a estudiantes de todos los sectores de la sociedad, aplaudido por unos, sufrido por otros, así se vive en la aulas y fuera de ellas, haciendo la vida de las víctimas un infierno.
El caso más reciente ocurrió en la Escuela Secundaria Bicentenario de la Independencia Nacional, en Chiapas. El hecho fue captado en video, en la grabación se ve como un estudiante es atacado por uno de sus compañeros que es experto en artes marciales. La víctima recibe varios golpes y patadas, debido a la pericia de su atacante le es imposible defenderse, hasta que cae al suelo inconsciente. Tras la difusión de la grabación, las redes estallaron en indignación.
El pasado 15 de marzo otro caso de bullying conmocionó al país, pues el resultado fue la muerte de una adolescente de 14 años llamada Norma Lizbeth. Ella había denunciado en varias ocasiones que era víctima de acoso, pero no fue escuchada por las autoridades escolares. Cansada de las burlas por su color de piel, decidió hacer frente a su agresora, quien la golpeó ante la mirada de otros compañeros que grabaron el hecho.
La golpiza fue brutal, la compañera no dejó de agredir, mientras los demás gritaban y azuzaban la pelea. La víctima terminó con el rostro ensangrentado, se fue a su casa a recuperarse de sus heridas pues fue suspendida por la directora junto a su agresora. Días después murió por traumatismo craneoencefálico. La tragedia ocurrió en Teotihuacán, Estado de México.
“Aguantar como hombre”
Para muchos adultos el bullying es “cosa de niños”, pero las agresiones pueden ser mortales, pues algunos menores no miden las consecuencias de sus actos, otros están respaldados por sus padres u otros adultos, lo que hace que la situación se torne peligrosa para las víctimas.
El Heraldo Digital habló con algunas víctimas de bullying, quienes abrieron su corazón para relatar el infierno que han vivido dentro de las escuelas, que lejos de ser los lugares seguros que deberían ser, se convierten en el sitio donde viven agresiones, burlas y golpes; lo cual muchas veces enfrentan en silencio.
Noé contó que, al mudarse de domicilio, llegó a una nueva escuela, pero cada día era una pesadilla, pues dos de sus compañeros le hacían bullying. Se burlaban de su peso, de su ropa, apariencia, de que usaba lentes, esto enfrente de todo el salón. Como suele ocurrir, las cosas escalaron y llegaron más allá de la agresión verbal.
“Una vez estaba en el baño y los dos se acercaron y se empezaron a reír y hacer comentarios muy feos sobre mí, yo los estaba ignorando, pero uno agarró mis lentes y los tiró al piso, cuando los recogí me tiraron, me golpeé contra la pared y me sangró la nariz, le fui a decir a la señora de la limpieza y me dijo ‘que no era asunto suyo y como soy hombre me debo de aguantar’”, recordó con pesar.
Las agresiones continuaron, un día en el salón de clases comenzaron a humillarlo, por lo que él respondió pegándole a uno de ellos. El otro llegó y lo agarró para que le pegara, se soltó dándoles un codazo y se fue al baño a llorar. La impotencia lo seguía cada momento, otro cambio de escuela fue la solución, pues nadie hizo nada ante la situación.
Riesgo mortal
Para Manuel el bullying significó la deserción escolar, pues un día llegó a la secundaria y uno de sus compañeros empezó a pegarle en el brazo, diciéndole que siempre le había caído mal. Él no respondió porque necesitaba acreditar una materia y tenía una maqueta en las manos. Al ver que la agresión no era contestada, comenzaron los insultos.
“Enójate, no seas p#t*”, le dijo, pero al no tener respuesta tiró la maqueta y la pisó. Eso provocó su enojo, pues era huérfano y no tenía apoyo, por lo que no tenía muchas oportunidades de aprobar las materias. Ambos se golpearon, en la pelea Manuel metió el dedo en el ojo de su compañero, logrando zafarse.
Pero eso no fue el final, el adolescente solía llevar pistolas a la escuela, lo amenazó con matarlo a la salida y le enseñó el arma. Las compañeras que vieron todo apilaron bancas y lo ayudaron a salir de la secundaria. Jamás volvió.
Huir, la salida
Carmen también fue víctima de bullying en la secundaria, dos compañeras comenzaron a molestarla por Facebook, después pasaron el acoso y los insultos a la vida real, hasta que llegaron los empujones. Ella se defendió y le jaló el cabello. Cerca había maestros y nadie hizo nada.
Después, la amiga quiso defender a la primera agresora, “Comenzó a insultarme de manera muy hiriente, yo simplemente me quedé callada hasta que intentó darme una cachetada, frené su mano, tomé la otra y giré sus dos muñecas”. También allí había adultos presentes.
Nadie hizo nada, los insultos comenzaron a hacerla dudar de ella misma y a auto despreciarse, se sentía llena de ira y con ganas de golpear a sus compañeras, pero la depresión llegó y con ella el abandono escolar.
Causas del bullying
De acuerdo con Save The Children, el bullying es el “acoso entre iguales es una forma de violencia que se caracteriza por ser intencional y recurrente, y por dejar a la víctima indefensa ante un atacante que tiene más poder físico, psicológico o social. En muchos casos es difícil de detectar debido a la falta de comunicación entre las víctimas: este silencio ante este fenómeno agrava la situación”.
La Universidad de Holguín, de Cuba, informa que el bullying tiene muchas causas, principalmente relacionadas con el entorno familiar, pues el bulleador puede tener ausencia de padre o uno violento. Provenir de un hogar con problemas ya sea en el matrimonio, económicos o de desorganización.
También indica que las causas del bullying pueden residir en los modelos educativos que son un referente para los niños, en la ausencia de valores, de límites y de reglas de convivencia; en recibir castigos a través de la violencia o la intimidación y en aprender a resolver los problemas y las dificultades con la violencia.
Las consecuencias para las víctimas de bullying son devastadoras, una investigación realizada en 2014 en la la King ‘s College London descubrió que los efectos psicológicos negativos que sufren las personas que lo sufrieron permanecen durante 40 años después de haber sufrido acoso.